Este 22 de octubre, la bandera canaria, “la tricolor con siete estrellas verdes”, cumple 60 años desde su creación. Nacida en el exilio sufrido por su principal inspirador, Antonio Cubillo, en estas seis décadas este emblema ha dejado de ser simplemente un estandarte para convertirse en el símbolo más profundo y representativo de las luchas y los anhelos de buena parte del pueblo canario. Un pueblo que, a lo largo de su historia, ha clamado por el reconocimiento de su identidad e historia, su derecho al autogobierno y, sobre todo, por su derecho a existir desde una mirada autocentrada en el hecho territorial.
En sus inicios, fue una bandera perseguida, prohibida y relegada a la clandestinidad. Sin embargo, ni la represión franquista ni la censura posterior lograron silenciarla. A lo largo del tiempo, esta enseña ha resistido, se ha fortalecido y ha sido reconocida dentro y fuera de Canarias, incluso en organismos internacionales. De un símbolo de lucha secreta pasó a ser el emblema más visible y reivindicado por aquellos que soñamos con un país más libre y dueño de su propio destino. Hoy, este estandarte sigue teniendo aquel halo de sus inicios, como símbolo de resistencia y esperanza, cargado de significado para quienes defendemos la nación canaria.
La que hoy celebramos se ha ganado su derecho a formar parte de nuestra historia porque nació del seno del pueblo y este la enarbola sin decretos, sin imposiciones, sin desfiles, sin collares ni coronas. Es genuina, levantada por quienes sintieron la necesidad de tener un símbolo de matria común de todos los isleños, que representa ideales de libertad y justicia y que imagina un proyecto colectivo común.
Aunque no es la bandera que todos los canarios y las canarias sienten como suya, es indudable que es la que mejor ha representado las luchas, sentimientos y anhelos de generaciones. Ha sido levantada por nacionalistas de diversas corrientes, sindicalistas, deportistas, artistas, maestros, ecologistas, pacifistas, feministas y muchos más. Todos, independientemente de sus ideologías, han visto en la tricolor con siete estrellas verdes una representación de sus ideales y una manera de expresar su amor por Canarias.
Estoy convencida de que, cuando las condiciones objetivas cambien y la mayoría silenciosa tome protagonismo, la bandera canaria ocupará el lugar que le corresponde. Será entonces cuando este símbolo, nacido del pueblo, representará plenamente la voluntad de una sociedad que ha resistido a lo largo del tiempo, luchando por su derecho a existir y decidir.
Ese momento llegará. Y cuando lo haga, la bandera de las siete estrellas verdes no solo será un símbolo de resistencia, sino también de triunfo, de justicia y de libertad.
¡Viva Canarias y su bandera!.
Natalia Santana, diputada de Nueva Canarias-Bloque Canarista por la isla de Fuerteventura.