Una vez más surge la preocupación en la sociedad canaria por la realización de prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a las Islas y sus posibles consecuencias. En esta ocasión por el anuncio de prospecciones realizadas o en marcha a escasos kilómetros de las islas de Lanzarote y Fuerteventura, en concreto en la zona de la costa de Tarfaya, con doce bloques de explotación a unos 1.000 metros de profundidad; pero no son las únicas que se están haciendo. Un anuncio realizado pocas semanas después del giro de Pedro Sánchez respecto al Sahara, aceptando las tesis marroquíes de autonomía -que no comparten ni el Parlamento de Canarias ni el Congreso de los Diputados-, obviando la legalidad internacional que obliga a un referéndum de autodeterminación, y por su polémica reciente visita a Mohamed VI.
No es la primera ocasión en que Canarias se enfrenta a situaciones de este tipo. La de mayor impacto fue, sin duda, en 2014-2015 cuando la sociedad de las islas, su ciudadanía y sus instituciones, su Parlamento y su Gobierno, distintos cabildos insulares y ayuntamientos, rechazaron las pretensiones de la multinacional Repsol de llevar a cabo prospecciones en aguas próximas a Canarias. Pretensiones que contaban con el más que entusiasta apoyo de José Manuel Soria, entonces ministro de Industria, Energía y Turismo del Gobierno de Rajoy, del PP y de otros sectores políticos y económicos.
Movilizaciones
Se produjeron entonces las manifestaciones medioambientalistas más numerosas de nuestra historia en el conjunto del Archipiélago. Unas movilizaciones que seguían la senda de las realizadas anteriormente para exigir la protección del barranco de Veneguera o la preservación de El Rincón, para expresar el rechazo a las torres eléctricas que se pretendía instalar en Vilaflor o para defender una moratoria turística y un replanteamiento del modelo de crecimiento, apostando por un turismo sostenible.
Una macroencuesta realizada por las universidades canarias señaló entonces que el 75% de los canarios y canarias rechazaba las prospecciones de Repsol. Con oposición generalizada en todas las islas, aunque más elevada en las islas orientales, las más cercanas a las mismas, alcanzando el 83% de rechazo en Lanzarote. Y ello pese a la intensa campaña propagandística realizada por la petrolera y por el Gobierno estatal, prometiendo miles de puestos de trabajo, muchos más de los que la compañía tenía conjuntamente en todas sus explotaciones en el mundo, y una supuesta lluvia de millones de euros que beneficiarían a Canarias.
Tampoco es la primera vez que la amenaza procede del Reino de Marruecos. En el año 2018 Marruecos anunció la adjudicación a la empresa italiana ENI de una concesión para realizar prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a las Islas, y en los años posteriores distintas informaciones apuntan a nuevas autorizaciones. Marruecos dese hace décadas viene llevando a cabo distintas prospecciones sin que hasta el momento haya encontrado petróleo que por su cantidad y por su calidad merezca ser explotado en condiciones de rentabilidad. Ahora, con la notable elevación de los precios del petróleo, igual sí les merece la pena.
En este asunto, el del petróleo, nos encontramos con grandes paradojas. Los recursos naturales no pertenecen a los pueblos en que se encuentran, sino a las empresas que los descubren y/o explotan. La población de la mayoría de los países productores vive en situación de pobreza. Del suculento negocio se benefician las multinacionales y las elites de esos estados.
Los riesgos existen
Por la zona elegida, Canarias podría verse afectada –al igual que Marruecos y Mauritania- en el caso de un posible vertido, sobre todo en la fase de explotación. Las consecuencias de un accidente (reciente está el desastre ecológico causado por un vertido de unos 6.000 barriles de crudo procedentes de una refinería operada por Repsol en el mar de Perú, los riesgos existen) podrían afectar al medio marino, a la pesca, a la desalación de agua y a la propia industria turística que genera la mayor parte del Producto Interior Bruto (PIB) y del empleo canario.
Canarias ha expresado nítidamente su apuesta por un modelo de desarrollo sostenible, por un turismo aliado de la sostenibilidad, por la biodiversidad, por las energías renovables. Y este modelo es incompatible con explotaciones petrolíferas en aguas próximas a las Islas que podrían comprometer su economía, su empleo y su futuro.
Pero hay una diferencia importante entre las prospecciones de Repsol y las de Marruecos. En las primeras, era el Estado español, su Gobierno, del PP, quien las autorizaba e impulsaba. Paradójicamente, al mismo tiempo que las desaconsejaba en el Mediterráneo, en aguas próximas a Baleares y a la Comunidad de Valencia, entonces gobernadas por el PP. Recuerden aquellos discursos ecologistas de Esteban González Pons señalando que el petróleo “era una energía antigua, sucia y a extinguir”. Incluso hubo fuga de votos en el Senado por parte de senadores populares de Baleares.
Ahora con Marruecos no podemos impedirlo. Las puede hacer siempre que sea en sus aguas y conforme al derecho marítimo internacional. Y que estas no afecten a la zona sometida a contencioso por el conflicto de descolonización del Sahara. Ni, tampoco, en aguas canarias, cuando aún está por resolver el establecimiento de la mediana entre Marruecos y nuestra Comunidad. Definir la mediana es una decisión vital para saber cuáles son las aguas y establecer las reglas de juego. Llevamos décadas reclamándolo frente al escaso o ningún interés mostrado por Marruecos. Canarias debe estar en esa negociación, por referencias estatutarias que lo avalan y por razones democráticas, Ahora, cuando el Gobierno español habla de buenas relaciones con el Reino de Marruecos, puede ser el momento adecuado para impulsarlo y resolverlo definitivamente.
Considero que mientras tanto el Ejecutivo español está obligado a recabar toda la información pertinente sobre prospecciones y explotaciones que pueden afectar a Canarias y dar cuenta a la ciudadanía canaria y sus instituciones. Así como en torno a los estudios sobre impacto ambiental de las mismas y el operativo que el estado autorizante tiene previsto en caso de que en las prospecciones se produzca un derrame de crudo al mar. Y, también, tratar de influir para que se apliquen en la zona los máximos niveles de seguridad en este tipo de exploraciones.
Crisis Climática
No estamos de acuerdo con estas prospecciones y explotaciones sean en aguas canarias o en aguas marroquíes. En la parte española pudimos influir desde la movilización y la acción institucional. En el caso que nos ocupa solo hay lugar para la negociación y para la persuasión por parte del Estado español y de la Unión Europea; disuadiendo a Marruecos de la realización de prospecciones en la zona y colaborando para que desarrolle sus capacidades en energías renovables, para lo que también reúne excelentes condiciones. En el pasado no había alternativas, afortunadamente hoy sí las hay con elevados desarrollos tecnológicos y contrastada eficiencia en la eólica o en la solar. Máxime en un mundo que tiene que apostar sí o sí, le va su supervivencia, contra la Crisis Climática, uno de cuyos elementos centrales pasa por reducir drásticamente las energías de origen fósil. Hay que hacerlo pensando en el presente y el futuro del planeta y en el de espacio concreto del mismo en el que nos encontramos. En nuestra apuesta por un modelo de desarrollo sostenible y un turismo descarbonizado. En la apremiante necesidad de sustituir los combustibles fósiles por las energías de origen renovable. En la necesidad de redoblar esfuerzos en el combate contra la Crisis Climática en el que tanto nos estamos jugando. En la relevancia de la protección de los cetáceos y del conjunto de la biodiversidad que alberga esta zona del mundo. Convirtiéndola, como proponía el grupo ecologista Ben Magec hace algunos años, en una reserva ambiental internacional, protegida de proyectos que la ponen en elevado riesgo. Por todo ello, una vez más, hay que decir no a las prospecciones y explotaciones petrolíferas en aguas cercanas a Canarias.